Precaliente el horno y prepare los moldes para pasteles: precaliente el horno a 350 grados Fahrenheit. Unte con mantequilla y harina los moldes, luego cubra los fondos con cera o papel pergamino.
Tamizar los ingredientes secos: con un tamiz, tamice la harina para todo uso, la sal y el polvo de hornear en un tazón mediano. Ponga los ingredientes secos a un lado.
Batir la mantequilla y el azúcar - Con una batidora eléctrica, batir la mantequilla durante tres minutos a velocidad media-alta. A continuación, agregue el azúcar y bata durante tres minutos más.
Agregue los huevos: agregue los huevos a la masa, uno a la vez. Batir hasta incorporar antes de agregar el siguiente huevo.
Agregue la mezcla seca y la leche: agregue la mezcla de harina en una taza a la vez. Alterne agregando un poco de leche después de cada adición. Agregue el extracto de vainilla y mezcle bien.
Hornee el pastel: vierta la masa del pastel en los moldes preparados. Hornee los pasteles durante 25-30 minutos o hasta que al insertar un palillo en el centro, éste salga limpio. Para que se enfríen por completo, deja los pasteles sobre una rejilla.
Haz el glaseado: bate la mantequilla con una batidora eléctrica a velocidad media en un tazón grande, hasta que esté suave y esponjosa. Agrega la vanilla y mezcla bien. Agregue gradualmente el azúcar glas, batiendo bien después de cada adición, raspando los lados del tazón con una espátula de goma según sea necesario.
Agregue la leche y bata hasta que el glaseado esté suave y esponjoso. Si el glaseado es demasiado espeso, agregue más leche hasta que alcance la consistencia adecuada.
Decora el pastel: una vez que los pasteles estén completamente fríos, nivela la parte superior. Entre cada capa del pastel, agregue una capa de glaseado. Use el glaseado restante para decorar los lados y la parte superior del pastel.