Precaliente el horno a 350 grados Fahrenheit. Unte con mantequilla los cuatro moldes para pasteles y agregue papel pergamino en el fondo para evitar que se pegue.
Bate el azúcar granulada y el aceite vegetal en una batidora eléctrica a velocidad media-alta durante unos tres minutos. La mezcla debe ser suave y cremosa.
Batir los huevos de uno en uno. Luego agrega la vainilla y bate la mezcla a alta velocidad durante unos dos minutos. La masa debe verse ligera y esponjosa.
En un tazón mediano, tamiza la harina, la sal y el bicarbonato de sodio. Con la batidora a baja velocidad, alterna agregando la mezcla de harina y el suero de leche a la masa. Comience con la mezcla de harina y agregue tres adiciones, mientras agrega suero de leche después de cada vez.
Después de unos dos minutos, la mezcla debe ser suave. Evite mezclar demasiado la masa.
Divida uniformemente la masa entre los cuatro moldes para pasteles. Hornee dos pasteles a la vez durante 15 minutos, o hasta que un palillo salga limpio. Deje que los primeros dos pasteles se enfríen en una rejilla de alambre mientras los otros dos se hornean.
Con una batidora eléctrica, bata la mantequilla y la sal a velocidad media durante unos dos minutos. Agregue lentamente el azúcar glas hasta que quede suave, luego aumente la velocidad a media-alta y bata durante dos minutos. Poco a poco agregue la leche en el glaseado hasta que se vuelva espeso y de textura untable.
Una vez que los pasteles estén completamente fríos, tome un cuchillo de sierra para nivelar la parte superior de sus pasteles si están disparejos. Esto permitirá que sus pasteles sean más fáciles de apilar y le dará al producto terminado una mejor apariencia general.
Coloque una capa de pastel en un plato, soporte para pasteles o plato giratorio. Con una espátula acodada, esparza aproximadamente 1 1/2 tazas de glaseado sobre el pastel, repitiendo con cada capa. Una vez que las cuatro capas estén apiladas, use el glaseado restante para cubrir los lados y la parte superior del pastel.